La sopa de miso es un plato de origen japonés, muy reconfortante y sencillo de elaborar. En la cocina japonesa, de hecho, es todo un básico. Suele tomarse a diario, incluso para desayunar. Su ingrediente principal es el miso, originario de China, desde donde llegó a Japón en el sigo VII. El miso es una pasta fermentada, obtenida a partir de habas de soja. Las habas se hierven en agua, para posteriormente añadirles sal y kôji. El Kôji es el fermento que se obtiene a partir de arroz, trigo o cebada malteados.
Para preparar la sopa de miso, además del miso, se emplea un caldo base, conocido en Japón como caldo dashi. El caldo dashi es un caldo ligero que se elabora, normalmente, cociendo alga Kombu y copos de bonito desecados.
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INGREDIENTES BÁSICOS DE LA SOPA DE MISO
Tanto los ingredientes del caldo, como el miso, podemos encontrarlos fácilmente si estamos en Japón. En España, también se comercializan en tiendas especializadas en productos asiáticos, naturales o dietéticos También podemos encontrar el caldo ya deshidratado, listo para consumir previa disolución en agua. Existen dos formatos:en bolsas selladas herméticamente, cuando se trata de una pasta; o en sobres, como preparado en polvo o en copos. Naturalmente, el resultado de la sopa de miso siempre será mejor cuanto mayor sea la calidad de sus ingredientes, como en cualquier otro plato.
La sopa de miso se enriquece con otros ingredientes, como alga wakame, tofu, otras verduras, pescado, arroz cocido, shiitake, etc.. Las posibilidades son infinitas y dependen de tu imaginación.
TIPOS DE MISO
El miso puede variar en su sabor, de menos a más intenso, según el cereal con el que se fermente. Cada tipo de fermento da lugar a un tipo de miso de sabor y color diferentes, pudiendo distinguir tres variedades:
- Hatcho miso: elaborado a base de soja. Es el de sabor más concentrado.
- Gemmai, Kome o Shiro miso: elaborado a base de soja y arroz. Es el de sabor menos intenso.
- Muji miso: elaborado a base de soja y cebada. El sabor no es tan salado como el del Hatcho miso, pero sí más intenso que el Shiro miso.
La producción de cada una de estas variedades se da en distintas zonas geográficas. La climatología también varía de una localización a otra. Por este motivo, la filosofía oriental recomienda adaptar el consumo de miso al tipo de clima propio de la zona en la que nos encontremos. Se cree que, de esa forma, nuestro organismo podrá beneficiarse al máximo de sus propiedades. Según esta premisa, el miso menos concentrado, el Shiro miso, es el más recomendable en zonas cálidas. Por su parte, el Muji y el Hatcho miso son los más idóneos para los climas algo menos cálidos y los más fríos, respectivamente.
El más común en la sopa de miso es el miso blanco o Gemmai, fermentado a base de arroz, por su sabor más suave y delicado.
COCINAR EL MISO: LO QUE DEBES SABER
La norma más importante a la hora de cocinar el miso es no dejar que llegue a hervir, ya que es un alimento “vivo” y de esa forma mataríamos todas sus enzimas. Por consecuente, anularíamos todas sus propiedades.
Para incluirlo en la sopa, debemos disolverlo previamente en un poco de agua. Esta mezcla se añade a la sopa, justo al final de la cocción, una vez hayamos detenido la ebullición.
La segunda pauta esencial a la hora de tomar miso es usar poca cantidad. El miso es un alimento muy concentrado y de sabor fuerte. La cantidad óptima para una sopa sería de una cucharada por ración, aproximadamente.
PROPIEDADES DEL MISO
El miso debería ser un alimento habitual en nuestra dieta. Aporta excelentes beneficios para nuestro organismo. Entre sus propiedades destacan su efecto probiótico, detoxificante y remineralizante.
La sopa de miso favorece la digestión del resto de alimentos y evita algunos trastornos digestivos por su efecto renovador de la flora bacteriana intestinal.
Favorece la función renal.
Gracias a sus enzimas probióticas, refuerza nuestro sistema inmunitario.
Contrarresta los efectos de los radicales libres, siendo un potente antioxidante.
Ayuda a combatir parásitos intestinales.
Contrarresta el exceso de acidez en el organismo provocado por un consumo excesivo de alimentos ricos en proteínas, grasas no saludables y azúcar refinados.
Aporta un cierto porcentaje de vitamina B12
Su contenido en proteínas es considerable, entre un 13% y un 20%, dependiendo de su variedad.
RECETA DE SOPA DE MISO TRADICIONAL: INGREDIENTES
A continuación, detallo una receta de sopa de miso básica, empleando ingredientes tradicionales. Por supuesto, puedes adaptar estos ingredientes y preparación a tus preferencias y tomar esta receta como referencia.
Para el caldo Dashi:
- 1 l. de agua
- 20 g. de alga Kombu
- 20 g. de copos de bonito seco
Para la sopa:
- 800 ml de caldo dashi*
- 10 gr de alga wakame
- 4 cucharadas soperas de pasta de miso blanco
- 150 gr de tofu blando o sedoso
- 1-2 cebollas tiernas
RECETA DE SOPA DE MISO TRADICIONAL: PREPARACIÓN
Preparamos el caldo o dashi, poniendo en remojo el alga kombu en el agua durante unas 3 horas. Pasado este tiempo, llevamos esta agua con el alga al fuego en una olla. Justo antes de que hierva, retiramos el alga del agua. Dejamos hervir el agua durante otro minuto y después apagamos el fuego.
Añadimos al agua los copos de bonito seco. Los dejamos infusionar durante 15 minutos.
Colamos el caldo obtenido con un tamiz, ayudándonos de un paño fino para exprimir los copos de bonito y extraer el caldo. Reservamos el caldo ya filtrado.
Es el momento de cortar el tofu en dados pequeños y reservamos. En un recipiente aparte, diluimos el miso en una parte de caldo hasta que esté completamente integrado.
Llevamos otra vez al fuego el resto del caldo, añadiendo el alga wakame picada. Pasados unos dos minutos, añadimos el miso disuelto y el tofu cortado.
Dejamos cocer durante un minuto más y apagamos el fuego.
Cortamos el tallo verde de la cebolla tierna en rodajas finas y lo añadimos a la sopa en el momento de servir.
¡Que aproveche!
CÓMO INCLUIR EL MISO EN NUESTRA ALIMENTACIÓN
Aunque en la cocina asiática, así como en la dieta macrobiótica, el miso forma parte de la alimentación diaria, lo más recomendable es integrarlo de forma progresiva en nuestra alimentación. Distribuir su consumo de tres a cuatro veces por semana sería una frecuencia de consumo óptima.
En este artículo has conocido la elaboración y los ingredientes más comunes de la sopa de miso. No obstante, éste no es, ni mucho menos, el único plato que puede elaborarse con miso. Podemos añadirlo a estofados, a salsas, a legumbres, a cremas, a salteados, etc. para disfrutar de su sabor e innumerables beneficios.
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