Los dolores de la regla. Esos terribles calambres que te contaron que ya sufría tu abuela. Esos que hacían que tu madre se encerrara tres días en la habitación cada 28 días. Esos que, como una maldición, se repiten en ti mes a mes, pero…ajo y agua, ¿no? Al fin y al cabo, sufrir dolor es parte de la condición de ser mujer…
¿Y qué pensarías si te digo que esto no es normal? ¿Que la idea de la regla como un doloroso castigo se puede cambiar?
Si te gustaría saber por qué no tienes que resignarte a los dolores de la regla, te invito a leer este artículo.
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¡Oh, no! Aquí está ella de nuevo…
La Roja, la Ruler, los días zombie, mi prima la del pueblo… Hay mil sinónimos para referirse a la menstruación, pero ningún eufemismo te salva de lo inevitable. Con mayor o menor regularidad, cada cierto tiempo, te baja la regla. Unas 400 veces desde la primera vez (la menarquia) hasta la última (al final de la menopausia).
Siendo yo aún pequeña, recuerdo cómo una de mis primas más grandes se tumbaba en la cama en posición fetal y lloraba de dolor.
¿Cómo actúas tú ante los dolores de la regla?
En tu caso y dependiendo de cuanto te complique la existencia la dichosa ruler, quizá te tragas un par de ibuprofenos cuando no puedes más, cuando tienes que seguir en clase o en el trabajo como si nada pasara. Quizá, si las pastillas que se venden sin receta ya no eran suficientes, hace tiempo fuiste al doctor (de cabecera o ginecólogo) y, al decirle que te dolía mucho cuando te bajaba, te dijo «eso del dolor de la regla es normal, le pasa a muchas mujeres» y te recetó un anticonceptivo hormonal. Y con esa respuesta y esa receta te conformaste. Pero…¿qué pensarías si de repente notaras dolor al respirar y el doctor te dijera «es normal, te toca aguantarte, si te duele mucho tómate un paracetamol». ¿Verdad que no te quedarías conforme con esta respuesta? Entonces, ¿por qué hemos naturalizado tanto que la regla duele?
Los dolores de regla y yo
Te cuento mi historia. La primera regla me llegó a los 12 años. Pronto aprendí a utilizar las compresas y tampones, y a que no se me notara que estaba menstruando. Como siempre fui muy responsable con la planificación familiar, a los 18 años, ya con pareja estable, comencé a tomar la píldora anticonceptiva. Y la estuve tomando hasta los 24, creyendo que la sangre que llegaba cada mes seguía siendo mi menstruación. Con la píldora los ligeros dolores de la regla que pudiera haber sentido antes desaparecieron totalmente, y si no quería manchar porque me coincidía con algún viaje u otra actividad, no hacía la semana de descanso de las pastillas y listo. Todo tan normal.
Pero me equivocaba, y mucho.
A los 25 años, tras tener a mi primer hijo, abandoné los anticonceptivos hormonales y descubrí que unos días antes de la regla me daban unas migrañas de morirme, y que en esos días andaba doblada, apática, con mucho dolor en la espalda baja, y que me dolía bastante el cuello del útero.
Más abajo te cuento cómo lo solucioné.
¿Sabes realmente lo que es la regla?
Menstruar es un proceso que nuestro cuerpo lleva a cabo como tantas otras funciones fisiológicas (respirar, nutrirse, crecer, eliminar residuos, etc). Pero hay que establecer una diferencia entre que sea normal menstruar y que sea normal que duela menstruar.
Durante una parte del ciclo menstrual, el endometrio, que una de las capas que hay en la pared del útero, se hace mullido y confortable para que el óvulo fecundado pueda anidar. Si no hay fecundación, el cuerpo (que es muy ahorrador y no va a gastar energía en mantener algo que no sirve) se deshace de esa capa extra, y para que pueda salir, el útero se contrae mediante contracciones involuntarias similares a las que ocurren cuando tienes un orgasmo o cuando estás de parto. Pero, si las contracciones del orgasmo no duelen…¿por qué las de la regla sí? Y si respirar, hacer la digestión, etc. en circunstancias normales no duele, ¿por qué menstruar sí? (del dolor del parto hablaremos en otra ocasión).
En un organismo sano, la regla no debería doler. No es normal que te duela, aunque sí sea lo habitual. Durante mucho tiempo, las mujeres y la sociedad en su conjunto hemos naturalizado el dolor menstrual. Sin embargo, el dolor es una señal de alarma a la que debemos atender, de la misma forma que ponemos atención cuando notamos que algo no va bien en nuestra digestión, que nos cuesta respirar, etc.
Normalizar los dolores de la regla hace que las mujeres no se escuchen, minimicen sus sensaciones corporales, las silencien y, en ocasiones, que retrasen la ida al doctor y el diagnóstico de enfermedades como la endometriosis.
Tipos de dolores de regla
Los dolores de la regla tienen el poco chic nombre de dismenorrea, y hay de dos tipos: primaria y secundaria.
Dismenorrea primaria
Se lama así porque está provocada por el proceso de menstruar per se, sin que haya otra causa. La explicación fisiológica es que, para que ocurran las contracciones uterinas que expulsan el endometrio, se necesitan unas hormonas llamadas prostaglandinas. La propia contracción puede doler (son los famosos cólicos), pero además esta inundación hormonal, si no está en perfecto equilibrio, puede producir las mencionadas molestias (tranquila, no eres la única a la que se le suelta la tripa esos días). La dismenorrea primaria es la que acompaña a muchas mujeres en mayor o menos medida desde la primera vez que les baja la regla, aunque a veces disminuye con los años y/o tras los embarazos y partos. Normalmente dura un par de días, mientras tienes el sangrado más abundante.
Por otra parte, además del dolor y otros síntomas físicos, se pueden sentir cambios anímicos, tanto en los días previos como durante el sangrado.
Dismenorrea secundaria
Este tipo de dolor no está causado directamente por la menstruación sino por enfermedades que afectan al aparato reproductor (endometriosis, miomas u otros). Este dolor puede aparecer desde la primera menstruación, pero es más común que aparezca a edades posteriores, y a veces se siente no sólo en los días que tienes la regla.
La regla es políticamente incorrecta
Ya hemos visto que la regla es un proceso fisiológico normal, algo que ocurre como consecuencia biológica del hecho de ser mamíferas y ovular. Es algo que nos ocurre a la mitad de los seres humanos del planeta cada mes durante nuestra vida fértil, y sin embargo, es uno de los temas más tabú socialmente hablando.
En muchas partes del mundo se ve la menstruación como algo feo, sucio, asqueroso, que hay que esconder a toda costa. Incluso en países donde supuestamente hay menos prejuicios y desconocimiento, la regla sigue siendo un tema que se mantiene silenciado e invisibilizado; sólo tienes que recordar ese famoso anuncio de compresas que preguntaba a qué huelen las nubes y ese líquido azul que no se parece en nada a la sangre menstrual. Nuestros genitales tienen un olor sano normal, y la sangre es roja. Este maquillaje absurdo fomenta la invisibilización de nuestros procesos fisiológicos , aunque sea a costa del bienestar físico y mental y de la integridad de las mujeres.
El olor a nubes y el extraño líquido azul
¿Que por qué digo esto? Échale un vistazo a la web. Está llena de consejos para que puedas seguir con tu vida normal sin bajar el ritmo en esos días. Porque lo que queremos es seguir con nuestra vida normal sin que la regla nos moleste…ojalá ni se note…o mejor aún, si desaparece del mapa. ¿verdad? No se puede notar que estamos con la regla. Cuántas veces sacaste del bolso o la mochila una compresa o un tampón haciendo malabarismos para que no se viera o se lo pasaste a una amiga como si fuera droga? ¿Y cuántas veces has hecho como si nada pasara en clase o en el trabajo aunque por dentro te estuvieras muriendo? Y no digamos si te manchas…la sangre menstrual genera más rechazo que aquella generada en peleas y conflictos bélicos, la sangre derramada con violencia.
Este rechazo, ocultación e invisibilización de la menstruación nos pasa factura a las mujeres. Sabes lo que pasa cuando sistemáticamente ignoramos las señales de nuestro cuerpo? Durante el ciclo menstrual nuestras hormonas fluctúan y generan cambios en nuestro cuerpo y mente. No somos lineales, somos cíclicas, y no respetar eso nos va desgastando hasta que, a veces, nos rompemos. Los dolores de la regla se convierten en sufrimiento, y ya nos es difícil distinguir si lo que nos duele es el bajo vientre o el alma.
Reconociendo y manejando los dolores de la regla
Bien, ahora ya hemos visto que en el dolor de la regla hay implicados factores tanto biológicos como psicológicos e incluso sociológicos. Te duele la regla, eso es un hecho y nadie debe minimizarlo ni negarlo. tampoco tú. Veamos qué se puede hacer al respecto:
Los métodos farmacológicos: Silenciando al cuerpo que grita
Sin receta
Cuando duele la regla, la solución más rápida y fácil son los antiinflamatorios (como el ibuprofeno), o, si no te duele mucho, analgesicos (como el paracetamol), obviamente si no tienes antecedentes de alergia o dolencias estomacales o hepáticas. Sin embargo, al silenciar e ignorar al cuerpo, podemos estar agravando el problema.
Con receta
Si vas al médico de cabecera o al gine, además de los antiinflamatorios y/o analgésicos, puede que te recete anticonceptivos hormonales que inhiben la ovulación y, por lo tanto, anulan el mecanismo de crecimiento del endometrio y posterior expulsión, y ya no son necesarias tus prostaglandinas. Sin prostaglandinas, no hay contracciones uterinas y por lo tanto no hay dolores de regla ni molestias asociadas.
Entonces, si no ovulas…¿por qué sigues teniendo algo parecido a la regla cuando tomas pastillas? Paradójicamente, los anticonceptivos le generan a tu cuerpo la falsa sensación de que estás embarazada, y por lo tanto, el sangrado que aparece no es una menstruación sino un sangrado por deprivación. Es un placebo, algo que sirve para que tú te quedes tranquila…pero tu cuerpo no.
Métodos no farmacológicos: probando a escucharte
Observa cómo los métodos farmacológicos generan una desconexión entre tu cuerpo y tu mente. Como tenemos la necesidad de llegar a todo, incluso en esos días (o sobre todo en esos días, no vaya a ser que se note que tenemos la regla y nos llamen flojas), nos empastillamos y tiramos p´alante.
Una forma sorprendentemente efectiva de mejorar las molestias asociadas a la regla es dejar de ignorarnos. Esto significa llevar la consciencia al cuerpo y escucharnos. ¿Cómo me siento los días previos a que me baje la regla? ¿Cómo me siento durante esos días? ¿Me gustaría bajar las revoluciones y no estar tan activa? ¿Me lo puedo permitir? ¿Hablo de estas cosas con alguien? ¿Cómo viven su menstruación las mujeres de mi entorno? Para profundizar en el aspecto bio-psico-social de la menstruación, te recomiendo el trabajo de la estupenda pedagoga menstrual Érika Irusta.
Formas efectivas de aliviar los dolores de la regla
Además de este proceso de introspección, hay algunas cosas que te pueden ayudar mucho:
- Prepárate infusiones de ruda, jengibre, canela, orégano o manzanilla y trata de tomártelas tranquilamente, dándote el tiempo de sentir su calor, aroma y sabor.
- Aplícate calor local mediante una bolsa de agua caliente o de semillas.
- Si puedes, haz ejercicio suave, como yoga o estiramientos.
- La alimentación es una herramienta clave en la prevención y manejo del dolor menstrual. Seguir una dieta que no promueva la inflamación sistémica te ayudará mucho. Elimina de tu plato las harinas refinadas, el azúcar y las grasas de mala calidad y aceites refinados de semillas (soja, canola, etc). Baja un poquito el consumo de excitantes.
- Algunos suplementos como aceite de onagra o de pescado (o cápsulas de omega 3) también pueden ayudar.
- Utiliza métodos ecológicos para la recolección de tu sangre menstrual como la copa menstrual o compresas de tela. Las compresas y tapones convencionales tienen químicos que pueden generar más molestias.
- Escribe cómo te sientes, no sólo cuando tienes la regla sino a lo largo del mes. Puedes usar un calendario menstrual o incluso tomar pequeñas notas en una aplicación del móvil. Esto te permitirá reconocer patrones cíclicos en tus emociones y sensaciones corporales para ayudarte a gestionarlas.
A título personal te cuento que cuando hice todo eso que te enumero arriba, mi migraña y el resto de molestias desaparecieron sin dejar rastro. Eso sí, si un mes me paso con los carbohidratos refinados o el café, me vuelven los dolores de la regla.
Si nada de esto funciona y continúan los dolores de la regla
Es muy probable que con los métodos de arriba tu malestar mejore, y mucho. Pero si ya estás harta de tomar infusiones, si te dan ganas de destrozar a mordiscos la bolsa de agua caliente y hasta el yoga es una tortura insufrible cuando te baja la regla, pon atención. Puede ser que haya alguna causa adicional generando tu dolor.
Por lo tanto, si te retuerces literalmente de dolor, te da fiebre, te comienza a doler mucho la regla cuando antes no te dolía, o si notas que algo no va bien, ve al médico. Y si te receta un ibuprofeno y/o unas píldoras sin preguntarte mucho más, busca otra opinión. Si lo que tienes es dismenorrea secundaria, el tratamiento depende de solucionar lo que sea que la está generando.
Cambiando las reglas para vivir mejor
La información es poder. Cuanto más conozcas tu cuerpo y sepas lo que está ocurriendo tanto dentro de él como en tu entorno, más herramientas tendrás para cambiar aquellas situaciones que te roban calidad de vida. Lee, infórmate, busca a otras mujeres que tengan inquietudes similares, empodérate de tu cuerpo y de lo que tú sientes.
No tienes por qué resignarte a los dolores de la regla…ni a ningún otro dolor.
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