Sabes que tanto la mantequilla como la margarina son un tipo de grasas comestibles relativamente habituales en nuestra alimentación. Pero, ¿conoces realmente en qué se diferencian?
De hecho, ambas son muy similares en cuanto a textura y sabor. No obstante, son bastante diferentes en su composición y en su valor nutricional.
A la hora de escoger entre margarina o mantequilla, ¿dudas sobre cual de ellas es la más beneficiosa para tu salud? o incluso, ¿piensas que son alimentos prácticamente iguales? Sigue leyendo para aclarar todas tus dudas.
Contenidos
Margarina o mantequilla: su lugar en tu dieta
Partiremos de la base de que, el consumo de grasas, aunque sean saludables, debe ser moderado en una alimentación equilibrada.
Un consumo excesivo de margarina o mantequilla podría ser causa de obesidad, sobrepeso, enfermedades cardiovasculares e incluso de ciertos tipos de cáncer.
Mantequilla o margarina: conoce su origen
La mantequilla era ya conocida y muy apreciada en la Antigüedad. Desde sus inicios, este producto se obtenía por el batido de la nata de la leche. Es, esencialmente, una nata batida. Seguramente, la primera mantequilla se elaboraba a partir de leche de oveja o de cabra, ya que en la época eran éstos los animales que se domesticaban (entre el 9.000 y el 8.000 a.C.)
En Europa, la mantequilla era un producto asequible solo para las clases sociales más pudientes. Se preparaba de manera artesanal, en Francia, Holanda e Irlanda y tenía un coste elevado.
Por su parte, la margarina se empieza a elaborar en 1869, a raíz del descubrimiento de un químico francés. El emperador Napoleón III le impulsó para encontrar un producto similar a la mantequilla en sabor y textura, pero de coste más económico. Esta margarina representaba ese sustituto. Además de reunir estas propiedades, podía conservarse en buen estado durante un largo tiempo.
La margarina se obtenía, en aquel entonces, a partir del sebo de vacuno. Pero fue en la Segunda Guerra Mundial, cuando su producción se disparó de verdad y empezaron a emplearse aceites vegetales, como hoy en día.
Margarina o mantequilla: consumo actual
La margarina era más consumida en EEUU ya a mediados del siglo XX, por encima de la mantequilla. Se consideraban más saludable y era más económica. Hoy por hoy, la margarina sigue siendo, en muchos países, la opción más consumida, sobre todo en Sudamérica. Allí es común conocerla incluso bajo el nombre de “mantequilla”.
Solo en los países de la vertiente del Mediterráneo prevalece, de forma mayoritaria, el consumo del aceite de oliva, gracias a sus demostradas propiedades beneficiosas para el sistema cardiovascular.
Margarina o mantequilla: composición
Tanto la mantequilla como la margarina son emulsiones de grasa en agua. La diferencia principal entre ambas radica, fundamentalmente, en el origen de dichas grasas.
En la mantequilla, las grasas son de origen animal, procedentes mayoritariamente de la leche de vaca; mientras que en la margarina, se emplean grasas de origen vegetal, y éstas, a su vez, pueden ser de diferentes tipos.
En un principio, podríamos pensar que, por elaborarse a partir de grasas vegetales no saturadas, la margarina es la opción más saludable. Efectivamente, sus ácidos grasos de origen vegetal contienen menos colesterol que la mantequilla. Pero, la realidad en el proceso de elaboración de la margarina es muy diferente. Estos aceites vegetales tienen de por sí una textura líquida. Para convertirlos en textura semisólida, deben someterse a varios procesos industriales. Entre ellos, pasan por un proceso de hidrogenación parcial, por el cual dichos ácidos grasos se convierten en grasas “trans”.
Las grasas “trans” se comportan como las grasas saturadas en nuestro organismo. Es decir, aumentan los niveles de colesterol LDL (malo) en la sangre. Este tipo de grasas, además, son capaces de disminuir los niveles de colesterol “bueno” (HDL). Por tanto, deben evitarse al máximo de nuestra alimentación. Algunos tipos de margarina pueden contener, incluso, aceite de palma.
Margarina o mantequilla: procesos de elaboración
En los procesos de elaboración de la margarina, debido a los efectos nocivos de las grasas trans para la salud, los fabricantes han adaptado, desde hace varias décadas, sus procesos de refinado para reducir la cantidad final de grasas trans a un máximo de un 1%. Pero, dichos procesos de refinado provocan que aumente el contenido global en grasas saturadas. Por último, a la margarina se le añaden colorantes y saborizantes artificiales, para aportarle más color y sabor. Podemos afirmar, por ello, que se trata de un producto final procesado.
En cuanto a la mantequilla, hay que tener en cuenta, que un 85% de su grasa es naturalmente saturada. Esto hace que, al igual que la margarina, deba reducirse al máximo su consumo. Sobre todo, debemos restringirla en casos de hipercolesterolemia e hipertensión. También debe limitarse en la prevención y el tratamiento de enfermedades cardiovasculares.
En el proceso de elaboración de la mantequilla, la grasa de la leche se somete a un proceso de pasteurización, de centrifugación y de sedimentación en frío, sin alterar la estructura natural de sus ácidos grasos. Sin embargo, hoy por hoy, se producen versiones de mantequilla “ligera” o más fáciles de untar, a las que también se les añaden gelificantes, aromas y colorantes, por lo que también puede considerarse un alimento procesado, a no ser que se indique expresamente su elaboración artesanal.
Margarina o mantequilla: valor nutricional
Entre ambos alimentos, existen algunas diferencias notables en cuanto a su valor nutricional:
- Calorías: se trata, en ambos casos, de alimentos sumamente calóricos. No obstante, la margarina gana a la mantequilla con un aporte de 900 kcal./100g. , frente a las 750 kcal. /100 g. de la mantequilla.
A pesar de su elevado aporte energético, existen versiones de ambos productos con contenido en grasa reducido hasta el 50%.
- Nutrientes: por lo que respecta a la mantequilla, es rica en vitaminas liposolubles A, D y E. Resulta una fuente natural de colesterol, por su contenido en grasas saturadas. Contiene algunos minerales, como el calcio y el fósforo. Por su parte, la margarina no aporta vitaminas de forma natural, sino que le son añadidas artificialmente para enriquecerlas. Normalmente, al igual que la mantequilla, suelen contener cierto contenido en vitaminas A y E, así como algunos minerales. En algunos casos, pueden contener fibra y fitoesteroles.
Conclusiones:
Por su alto contenido en grasas, ambos productos deben ser consumidos de manera limitada y equilibrada. Para valorar cuál de los dos productos es el más saludable, debemos tener en cuenta ciertos aspectos:
- la mantequilla contiene más grasas saturadas que la margarina.
- La margarina contiene grasas saturadas y una proporción, normalmente, de hasta un 1% de grasas trans. Pero también contiene una proporción de ácidos grasos mono y poliinsaturados, ligeramente superior a su aporte de grasas saturadas.
La OMS afirma que las grasas trans (aunque en cantidad reducida) son ligeramente más dañinas que las grasas saturadas. Por este motivo, deberíamos reflexionar sobre el valor de este pequeño aporte de grasas mono y poliinsaturadas de la margarina respecto al de grasas íntegramente saturadas de la mantequilla.
En cualquier caso, sea cual sea nuestra elección, sí deberíamos tener presentes ciertos aspectos, relativos a sus ingredientes y a los procesos de su elaboración:
- Elaboración de la mantequilla: intentar que esté elaborada de la forma más natural posible o artesanal.
- La margarina: ya que, de entrada, se trata de un producto procesado, valoraremos que contenga un mínimo aporte de minerales y de vitaminas. También es igualmente recomendable intentar consumir las versiones con la mínima proporción de grasas hidrogenadas o trans.
En común, para ambos alimentos, es recomendable escoger versiones con un aporte reducido en grasa y en sodio.
En cualquier caso, la recomendación más saludable es obtener el aporte mayoritario de grasas de nuestra alimentación de alimentos más beneficiosos para nuestra salud. Me refiero a aquellos que contienen ácidos grasos de tipo mono y poliinsaturados. Destacan el aceite de oliva, el aceite de girasol alto oleico, los pescados azules, los frutos secos, el aguacate y las semillas.
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